Industria del Calzado en España
La industria del calzado en España, amediados del siglo XIX comenzó a gestarse en la comarca del Medio Vinalopó de Alicante, en municipios como Elda o Novelda, lo que resultaría en una de las industrias más punteras de las que se desarrollaron en España. A finales de aquel siglo y principios del XX, la industria del calzado ya era una realidad sólida, que empleaba a buena parte de los ciudadanos de la zona. Con el tiempo, esto se extendió por toda la Comunidad Valenciana y por el resto del país. Hoy, el calzado puede presumir de haber resistido al continuo proceso desindustrializador que ha vivido España, y también a una crisis económica que ha podido sortear gracias a un trabajo de búsqueda de nuevos clientes.
Esto queda reflejado en la tendencia exportadora de los últimos años, empezando por el último. A falta de sumar los datos de diciembre, en los primeros 11 meses de 2017 se exportaron 148 millones de pares de zapatos, cuando hace 10 años la cifra era de 102, según los datos facilitados por la Federación de Industrias del Calzado (FICE). Esa cantidad supone un crecimiento del 2,6% y de un 1,5% en valor, alcanzando los 2.500 millones de euros. Además, estas ventas al exterior se diversifican. Los mercados europeos, como Francia, Alemania o Italia siguen siendo los principales clientes, pero en escena aparecen otros, como EE UU, que ya es el cuarto en importancia.
“En Europa han sucedido situaciones complejas que siguen lastrando, como el caso del brexit y la consecuente devaluación de la libra y la incertidumbre que hay en el consumo, que están siendo compensadas por exportaciones extracomunitarias, que es donde seguimos teniendo los mejores crecimientos”, afirma el presidente de FICE, José Monzonís. Los datos de la secretaría de Estado de Comercio Exterior indican que las ventas a EE UU crecieron más del 10%, y más de un 30% en Rusia.
En cambio Francia, el principal mercado, sigue cayendo. “Creemos que es una cuestión coyuntural que esperamos que mejore, como pasó con Alemania, que el año pasado tuvo tasas negativas y este año crece bastante. El caso británico es más estructural.